miércoles, 7 de octubre de 2009

Hyranio Garbho y Yo

Hyranio Garbho se nos unió en la Aurea Catena en algún momento de 1989, cuando la comunidad bosquiana que liderábamos en Santiago con Agrippa y Eun della Stella decidía afirmarse frente al imponente crecimiento y consolidación que alcanzaba el grupo Kosmos que lideraba mi maestro Rolando Araneda.  De hecho, Garbho, lo mismo que yo, venía de este último grupo; y había sido precisamente allí donde le conocí.

No recuerdo muy bien cuando le conocí.  Seguramente fue durante el invierno de 1989. Garbho leía un ejemplar en alemán de "Así habló Zarathustra" y fue ése hecho el que me llamó poderosamente la atención.  Pues entonces no teníamos ni veinte años y el Zarathustra costaba entenderlo incluso en español.   Pronto descubriría que Garbho tenía una facilidad para los idiomas, las palabras y el lenguaje.  Famosa es, entre nosotros, la anécdota de cuando Garbho corrigió a don Miguel Serrano por la etimología que éste atribuía a la palabra "amor".   Según Garbho, era incorrecto decir, como lo afirmaba don Miguel, que la palabra "amor" derivaba de la unión de "a" (sin) y "mor" (muerte), de donde este término significaría "sin muerte".  Cuando Garbho se lo dijo por primera vez a don Miguel, en una de las ocasiones en que nos reunimos para estudiar la Cábala Órfica, don Miguel se quedó por unos segundo pensativos y con humildad le pidió a Garbho que se explicara.  Éste le dijo que la preposición "a" era un término griego, y que la palabra "mors" era un sustantivo latino.  Y no sucede, en el mundo antiguo, que palabras que procedan de diferentes universos lingüísticos lleguen a constituir una nueva palabra, menos todavía considerando que cuando la palabra latina "amor" existía ya, paralelamente y al mismo tiempo, que las palabras que supuestamente la habían formado, las palabras "a" (griega) y "mors" (latina).  Desde un punto de vista de la estructura de una lengua, de su formación y derivación, era imposible -planteaba Garbho- que dicha etimología tuviera incluso lugar. 

En los años noventa me tocó compartir innumerables veces con Garbho.  Nuestro proceso de formación esotérica marchó de la mano.  Sólo que él decidió hacer este aprendizaje dentro de las comunidades del camino del bosque, a diferencia de mi, que privilegié el estudio independiente, en gran parte basado en la antipatía que me provocaba otro miembro de estos grupos cuyo nombre no viene al caso citar aquí.  Nada de ello impidió, no obstante, que siguiéramos siendo amigos y camaradas.  Y cuando en 1997 Garbho se unió a la ARAN fue a mi al primero de sus camaradas que invitó a la campiña Marne de Montpellier a trabajar directamente con estos privilegiados magos que son Italo Sevrès, Irving Lafitte y Laura Dubois.  Yo acababa de hacer mi último año de Medicina, y tenía todo el tiempo del mundo.  Me fui para allá y me uní a ese maravilloso grupo donde aprendí como nunca antes en mi vida.

Fue entonces que Garbho comenzó a usar el nombre de Garbho de Ljvdwerd. En Montpellier debatíamos mucho y aprendíamos más.  Escribíamos todos los días en nuestra Holzwege y nos reuníamos por la noche a leernos mutuamente y a comentar las conclusiones a que nos llevaban los registros de nuestros respectivos diarios.  El día era intenso en Montpellier aunque siempre había tiempo para la reflexión.  Ibamos a menudo a Carcassonne y de vez en cuando escalamos también las cumbres del Sabarthés.  Siempre se nos unía algún miembro de la ARAN que por razones del trabajo de la comunidad pernoctaba una o dos noches en la Campiña.   Un día normal comenzaba con los ritos a las seis de la mañana.  Luego venía un desayuno contundente al que le seguía siempre la primera charla del día.  Quien hablaba era siempre el maestro tutor, cuyo nombre, por razones del secretismo, no puedo publicar aquí.  Después de la charla venía el momento de la meditación y nos dispersábamos por la Campiña buscando la soledad, el silencio, y el mejor paraje posible para reflexionar sobre lo que el maestro nos había enseñado.  ¡Qué bella época fue ésa!

En 1998, sólo unos pocos meses después de haber sido iniciado en la Aurea Catena, Garbho volvió a Chile y se unió a la Neeg.  Yo me quedé un tiempo más todavía en la Campiña aprendiendo y trabajando la cábala de orfeo.  Mas cuando volví a Chile me reuní con Garbho en la universidad (en esos días Garbho hacía clases en el Campus Oriente de la Universidad Católica) y planificamos en conjunto nuestra separación de la Neeg.  Sin muchas pretensiones solicitamos al maestro, Baldur Agrippa, formar una comunidad bosquiana independiente, con énfasis en el estudio y la práctica de la Cábala Órfica, a lo que éste accedió.  Y entonces, hasta más o menos el año 2001, volvimos a trabajar juntos.  Aprendíamos de Baldur lo que enseñábamos a las nuevas generaciones y nos complacíamos en la verdadera camaradería.  Cada vez que Garbho viene al sur a reunirse con la gente de la Neeg al Gothien se deja caer por mi casa y volvemos a revivir esa época maravillosa de aprendizaje, crecimiento y desarrollo espiritual.

domingo, 1 de marzo de 2009

Miguel Serrano y Yo


DON MIGUEL SERRANO Y YO

Conocí a d. Miguel Serrano en 1991 y le frecuenté hasta 1994, año en que mi ruptura con el señor Sebastián Pino Muñoz me obligó a separarme de ese selecto grupo que se reunía todos los martes, sagradamente, a estudiar la Cábala Órfica con d. Miguel, en casa de la muy distinguida Sra. María del Solar. Puedo dar fe por ello que don Miguel se impuso de la Tradición Nemorensis por causa nuestra y no a la inversa. Fuimos nosotros, ese grupo de chiquillos veinteañeros (entonces) que a instancias del propio Pino y Agrippa nos embebíamos de la Kala nemorensis quienes primero le informamos a don Miguel de esta ocultísima orden. No es cierto que él ya le conociera de su vínculo epistolar que mantuviera con Savitri Devi. Si visitó Externstein fue por otros motivos; y en la absoluta ignorancia que unía ese místico centro energético con von der Vogelweide, el vidente de Magdeburgo. Si conocía las Wildes Heer no sabía que éstas habían sido la plataforma bélica de la Tragula Aurea. Y fui yo el primero quien, quizá, imprudentemente, le habló de todas estas cosas. Y digo imprudentemente porque no estaba expresamente autorizado a decir nada. Pero don Miguel era entonces ya un clásico del hitlerismo esotérico; y el ímpetu de la juventud no me permitió ver la imprudencia entonces.

Si mi memoria no me falla fue durante el verano de 1994 o una fecha cercana a Marzo, o Abril quizá (había un sol preponderante todavía en Santiago), cuando en uno de nuestros encuentros le pregunté a d. Miguel sobre estos asuntos como si le estuviera hablando de la cuestión mejor sabida del mundo. Le dije entonces: "¿Por qué Vogelweide privilegia hablar de Geometría del Azar para estos asuntos que tratamos nosotros bajo el rótulo de Cábala Órfica?" "¿Vogelweide?" me preguntó y se quedó pensativo por un par de segundos. Se produjo un silencio entre nosotros que sólo se interrumpió cuando d. Miguel recobró el habla y dijo: "El término Cábala es del siglo XII... supongo que Vogelweide, ajeno como era a los asuntos judíos, no tuvo entonces ocasión de conocer el término". Me silencié entonces interiormente por unos segundos como no atinando a comprender lo que d. Miguel me respondía. Y fue entonces que caí en la cuenta. "Me refiero al vidente de Magdeburgo, al Vogelweide del siglo XIX, no al del siglo XIII, al Emérito de la Tragula Aurea". Don Miguel me miró entonces y frunció el ceño. Quedaba patente para mí que ésa era la primera vez que oía hablar de estos asuntos; y que, de algún modo, éramos nosotros, ese grupo de contertulios juveniles con quienes se reunía a estudiar la Cábala Órfica, los primeros quienes le introducíamos y le conectábamos con la verdadera gran tradición. No quiero decir con esto que ya antes no hubiera tenido noticias de ciertos aspectos de Tradición Única; de hecho, si uno estudia todas sus publicaciones desde el Cordón Dorado en adelante, hallará en ellas evidencias suficientes de que era muy conocedor del esoterismo que subyace la Gran Tradición. Pero que hasta entonces no conoció el fundamento secreto que las volvía operativa, para mí es un hecho. Al peregrino de la Gran Ansia le había sido permitido conocer el fondo de estas cosas sin revelársele el nombre de sus verdaderos guías. Y fue a tal punto consciente de este asunto que él mismo llegó a decir, para consuelo propio, que ni Himmler conocía el nombre ni la identidad de los verdaderos guías desconocidos. Ahora nosotros, jóvenes peregrinos, le poníamos sobre aviso; y fue a partir de entonces que don Miguel se impuso de estas cosas.

Cuando luego vino la segunda camada de camaradas que estudiara con él la Cábala Órfica, en casa de doña María del Solar, liderados por el Poeta Martín Ríos, d. Miguel ya había modificado en gran parte su lenguaje, y había incorporado a sus ideas, las ideas de la Gran Tradición, los nombres, los lugares y las circunstancias por nosotros informadas. Eso fue lo que motivo a camaradas como Martín Ríos, Jacqueline Ugalde y Paloma Saint Martin, entre otros, a generar el mito de la iniciación de Serrano en la Única Tradición. Es por este motivo también que el nuevo grupo de estudiantes de la Cábala Órfica, con d. Miguel incluido, incluyó al círculo cabalístico entre las intelligentsias bosquianas a comienzos de 1996, bajo el nombre de Círculo de Sileno. Y aunque es cierto que este matrimonio entre el círculo de Sileno y la Tradición nemorensis fue extraordinariamente efímero, la intensidad del trabajo fue notable. De ese grupo surgieron luego camaradas como Carlos Pontigo, Hyranio Garbho, Ariel Muñoz y Braulio Echeverría, quienes fueron ganados para la Tradición Única en buena medida gracias al influjo de d. Miguel. De tal manera que es poco relevante que don Miguel se haya luego "separado" (aparentemente) de la tradición, para concentrarse en sus estudios del yoga tántrico. Pues las enseñanzas de la tradición única, o más bien, la conciencia de su existencia en este hemisferio de la realidad, motivo libros curiosos que d. Miguel publicara más adelante, como, por ejemplo, el libro de "Maya, La Realidad es una Ilusión", que sólo fue posible tras el conocimiento que don Miguel obtuvo de sus investigaciones tardías de la Gran Tradición

domingo, 30 de noviembre de 2008

Eun della Stella y YO

Conocí a Eun della Stella (Sebastián Pino Muñoz) en 1989 por intermedio de Baldur Agrippa.  Le rodeaba entonces un aura de majestuosidad precedida de una fama de mago insobornable.  Era entusiasta, motivador, apasionado, fanático, vehemente, animoso, exaltado y un poco loco.   Su presencia en los grupos generaba amores y odios irreconciliables.  Y se tenía siempre la sensación de que, o estabas del lado de él, o estabas en su contra; pero a nadie podía serle indiferente.   

Eun della Stella en 1974


La primera vez que lo vi recuerdo que me habló del camino de la autodeificación o lo que él llamaba la Via Ferocitas, que supondría ser una nueva via de iniciación bosquiana creada por él.  Le hablé entonces de los incontables místicos de la Edad Media que habían buscado ser uno con Dios al punto de llegar ellos mismos a ser como dioses.  Le conté en particular el caso de Eun della Stella, un líder religioso y místico del siglo XII que se había autoproclamado Dios, convirtiéndose por ello en uno de los herejes de mayor renombre en este período de la historia. No pasó entonces una semana para que Sebastián Pino apareciera en una de las reuniones de la comunidad declarando que había tenido un sueño, una visión, en la que un hombre del pasado, con quien mantenía asidua comunicación en astral, le había confesado ser su ancestro mítico, y que él era, en esta vida, su encarnación.  El hombre del pasado al que se refería era Eun della Stella, el místico hereje del medievo del que solo unos días antes había oído hablar por primera vez a causa de nuestra conversación.  Y ahora resultaba que Sebastián era su encarnación.  Yo me pregunté entonces: ¿qué hubiera sucedido si jamás le hubiera hablado de Eun della Stella? ¿Habría Sebastián culminado siendo igualmente Eun della Stella o habría elegido a otro ancestro mítico a su entero capricho y deliberación?  Fue entonces cuando comprendí quien era realmente Sebastian Pino Muñoz, y entonces fue un poco decepcionante para mí, pues aparte de esto, Pino tenía un buen talante como mago y cabalista, pero no cabe duda que estaba un poco loco.



En agosto de 1989, en ausencia de Agrippa, Sebastián Pino Muñoz, llamado ahora Eun della Stella y Gerbha (Gerbha viene de Gerbera, la planta de la que Sebastián decía encarnar también su espíritu), toma la dirección y el liderazgo de la nueva comunidad bosquiana recientemente fundada en Chile.  A partir de entonces, y por un período de tiempo de cerca de diez años, las comunidades bosquianas chilenas estarán inevitablemente ligadas a la figura e imagen del autoproclamado más grande mago del hemisferio sur: Eun della Stella y Gerbha.


Guiado por la convicción de su mesianismo, en los años noventa, della Stella y Gerbha reforma casi por completo (por un tiempo) la presencia de Holzwege en Chile.  Bajo su influencia surgieron otras tantas intelligensias y comunidades bosquianas en todo el país, entre las que destacan la Intelligentsia Morgana Le Fay, liderada por Priscilla Escobar, la Broceliande, liderada por Claudia Vásquez, la Lestat liderada por Eileen Rodríguez.  Eun della Stella se concentra en el liderazgo de la Nos Fer Atoos, por entonces conocida como la Nosferatus.  La Lilitha Ien es liderada por Anaïs Laprossa.  Bona Dea se convierte en una Haeresis liderada ahora por Alicia Zapata.


En 1996 Eun della Stella viaja por todo Chile promoviendo la creación de Haeresis regionales.  Surgen así La Haeresis Kalipigias, El ojo de Horus y el Círculo de Sileno (curiosamente todas ellas en Santiago de Chile). Todas estas Haeresis son lideradas por Eun della Stella y Gerbha.  Ese mismo año Anaïs Laprossa renuncia al liderazgo de la Lilitha Ien y marcha a Osorno, su ciudad natal, donde junto a Harold Liessen y otros miembros de la NOG y de ACA impugnan el actuar de della Stella y Gerbha e informan a ARAN.  

Eun della Stella responde a la impugnación bajo el auspicio del Rito de Chile, creado por él mismo a comienzos de 1996 y conocido popularmente como el Rito del Palo Encebado (este rito es, en verdad, una variante criolla del antiguo rito del Palo de Mayo).  Dubois, en Francia, declara que bajo el convenio de Carcassonne no puede hacer mucho en contra de Eun della Stella.  En Chile, Eun oficializa el rito y su puesta en práctica es en Febrero de 1997.   

Durante ese año Eun della Stella funda la Haeresis Heptamerón, bajo cuyo alero prosperan las intelligentsias Smaradigma, Lucífago Rofacale, Agaliarept, Fleuretty y Nebiros; y la Haeresis Medmenhamitas, entre las que destaca la intelligentsia Picadilly 138.   A finales de 1997 Eun della Stella y Gerbha declara ser la encarnación de Suso y se autoproclama Sumo Pontífice.  Proclama el liderazgo de la Neeg al Gothien por sobre todas las otras Haeresis.  Demanda obligación y obediencia de todas las intelligentsias para con él y para con la Neeg al Gothien a la que pasa a llamar ahora “La Orden” en alusión a la idea de que es la única gran Orden de la Holzwege en Chile.  En diciembre de ese año proclama también la Trinidad del Palo Encebado con él como el Inmutado (el Astado, el Inmanifestado) y con Sánchez y Ramírez como los aspectos femeninos y masculinos respectivamente de su divinidad. 

Demás queda decir que todo esto ocurrió a espaldas de los camaradas de Osorno quienes agrupados en LB (Nova Ordo Lilith Beltane) ignoraban por completo el curso que estaba dándole a la Orden Eun della Stella. 

Fue por esos años que, contrariando por completo el actuar de della Stella, decidí seguir mi camino propio.  En el 98, junto a Carlos Andrés Aragonés, Hyranio Garbho, Caetano Laprossa, Carlo del Ponti, Manuel Arias, Jorge Irarrázabal y Bernardo Friggo decidimos formar nuestro propio grupo de estudio y separarnos de la Neeg.  Fue mi ruptura definitiva con Eun della Stella.  Los años que vinieron sólo confirmarían mi decisión.  

En 2001 Eun fue separado de la Orden y obligado al Ostracismo.  En su parcela del sur, en Monte Verde, siguió viéndose a sí mismo como la encarnación del "astado".  No he vuelto a saber más de él desde entonces, hace casi ya tres años.  La Neeg de hoy es muy distinta de lo que fue en los movidos años noventa.  Y ese fue quizá el gran mérito de della Stella: su dinamismo proselitista que le dio a las comunidades bosquianas en Chile, una versatilidad que no volvería a tener después, por lo menos al día de hoy.



lunes, 20 de octubre de 2008

Rolando Araneda y Yo

Conocí a Rolando Araneda en 1988, cuando era yo un estudiante de primer año de Psicología.  Me lo presentó una amiga que trabajaba con él en la zona sur de santiago.  Rolando dirigía entonces una pequeña comunidad terapéutica.  Fui allí con él en mi calidad de estudiante de psicología.  Y lo que entonces vi y experiencié a su lado cambiaría por completo el curso total de mi vida.  Fue con él y por él que me hice bosquiano.  Rolando fue el maestro secreto, el guía desconocido, de todos cuantos heredamos, en Chile, la tradición de la Aurea Catena, la iniciación en el camino del bosque.  Su labor fue soterrada, secreta, hermética, anónima.  Fue el mago invisible que estuvo detrás de Baldur Agripa, Gastón Mirar, Sebastián Pino, Anaïs Laprossa y Harold Liessen.  Hizo por la causa más que cualquiera, aunque su nombre permaneció siempre ligado al más profundo secretismo, al más extremo y riguroso anonimato.  No escribió nada, como fuera el caso de Miguel Serrano.  Pero fue un maestro en un sentido todavía más profundo, más certero, que don Miguel Serrano.  Pues él fue como esos guías que, o bien, no escriben nada -tal es el caso de Pitágoras, Sócrates o Apolonio- o bien sólo escriben lo necesario, y, cuando mucho, una sola obra -como Mohamed, el profeta, o Ulrich, el Vidente.  Cuando le conocí era yo un mozalbete de solo dieciocho años; Rolando ya tenía cuarenta y cinco.  Pero nada impidió que nos entendiéramos.  De él aprendí la base de lo que yo sería después; con él conocí y experimenté en carne propia las enseñanzas de la via del diamante.

Rolando Araneda conoció a Baldur Agrippa en los años sesenta en el Pedagógico de Santiago.  Se hicieron amigos y  compartieron muchas jornadas de lucha anticomunista juntos.  Cuando en 1974 Agrippa retorna por unos días a Santiago (en esos días Agrippa vivía auto-exiliado de Chile en España) se reúne con Rolando y le invita a formar parte de su núcleo de estudios de la filosofía bosquiana.  Se trataba de un pequeño círculo de amigos de Agrippa a quienes éste enseñaba lo aprendido de Gabriel de la Frontera.  El grupo se llamaba "El Ojo de Tauro" y lo componían no más de cinco o seis camaradas.  A este grupo se unió Rolando, invitado por Agrippa, en marzo o abril de 1974.  Fue Rolando quien me presentó a Agrippa, mi iniciador y maestro, en 1989.  Pero jamás dejé de reconocer en Rolando a mi primer y fundamental maestro.

En 1986 Rolando fundó Kosmos.  En ese grupo fue donde conocí a Hyranio Garbho, Helena Jiménez, Eduardo Castro, Joachim van Drakk, Angélica Cortés, Darío Vásquez, Jorge Irarrázabal (Jacques de Molay o Willigut como sería conocido más tarde) e Italo Goldmund, por nombrar sólo algunos, a quienes terminaron siendo iniciados por Rolando en Kosmos.  Fue una época preciosa.  Llena de magia y encanto.  Fue entonces cuando supe el significado definitivo de tener un maestro verdadero.  Nos reuníamos todos los días de la semana.  En la mejor época llegamos a ser más de sesenta sólo en las sesiones de los días martes.  Pero los iniciados éramos sólo doce.  Y el nombre de Kosmos era aplicable únicamente a nosotros, los iniciados.  

Las reuniones estaban cargadas de hermetismo, de magia, de solemnidad.  Difícil era decir lo que sentíamos entonces.  Yo me sentaba a la izquierda de Rolando siempre.  Garbho se sentaba a la derecha.  Rolando solía decir de Garbho que él era como Sileno, de donde se desprendía fácilmente el significado de esa expresión: si Garbho era Sileno y se sentaba siempre a su diestra, Rolando se autoconcebía como Dyonisios, el dios resucitado de los misterios báquicos, en quien vio siempre al verdadero iniciador esotérico (en clus) del mítico orfeo.

También estaba allí Sebastián Pino, a quien siempre concebí como una mala copia del maestro.  Aunque Rolando lo tenía en su más alta estima, para mí era evidente que le faltaba.

Nos reuníamos todos los domingos.  Rolando hacía la comida para todos y la servía también.  Era un maestro en el absoluto sentido de la palabra.  Las reuniones eran maratónicas, pues terminaban siempre pasada la medianoche (cabe decir que, por lo general, comenzaban alrededor de las nueve de la mañana).  Pero nadie se quejaba; y todos, pese al cansancio, terminábamos las sesiones con voluntad de querer seguir prolongándolas.

En 1992 Kosmos cambió su nombre por el de Útero.  Yo quise hacerme especialista en la cábala órfica, por lo que me convertí en discípulo de Baldur Agrippa.  Y formamos un grupo de estudio nuevo, independiente de aquel otro donde yo aprendía desde hacía unos meses con don Miguel Serrano.  En 1994 la enemistad con Sebastián Pino Muñoz, quien se había convertido en el líder de las comunidades bosquianas en Chile, hizo que con Agrippa y otros camaradas nos separáramos de la Orden y formáramos nuestro propio grupo de estudio.  A consecuencia de ello también nos separámos de Útero y del grupo donde aprendíamos con don Miguel.  A éste último volvería a verle en muchas otras ocasiones más.  Pero a Rolando no le volvería a ver hasta el presente día.

Hacia mediados de 1995 ocurrió la disolución de Útero.  Un grupo de estúpidos escindidos de la comunidad llenaron las calles de la zona sur de Santiago con grafitis y rayados donde podía leerse: "Dios no existe, Rolando sí".  Eso hizo que Rolando buscara aun más el anonimato y cediera a Joachim van Drakk el liderazgo del grupo.  Pero éste no duraría mucho tiempo más.  

Lo último que supe del maestro fue por medio de un comentario de Hyranio Garbho, quien se encontró con él en 2001 o 2002.  Retirado absolutamente del mundo en un ostracismo voluntario el maestro estaba absolutamente compenetrado en la meditación y la accesis operativa  a los más sagrados misterios.

lunes, 6 de octubre de 2008

Baldur Agripa y Yo

Por razones que espero todos comprenderán he borrado aquí el artículo dedicado a mi gran maestro Baldur Agrippa.  Su partida definitva me obliga a escribir sobre él ya no un artículo, sino un Poema Épico, el que espero publicar pronto en esta página.

Salve et Victoria.

martes, 10 de julio de 2007

El Vidente de Magdeburgo


El misterio ronda a Ulrich von der Vogelweide.  Salvo unas cuantas cartas y un voluminoso manuscrito legado a Conrad Scholz, y publicado decadas después bajo el título de Das Geheimnis von Thessaloniki por uno de sus discípulos y heredero espiritual Hans Hausmann, no se sabe mucho más sobre este maestro desconocido.
Según sus seguidores Ulrich von der Vogelweide habría sido un vidente y profeta del milenio ario. Tentado de temprano por las cosas ocultas, habría estudiado en Praga tempranamente la obra de Hermes Trimegistro.  Allí habría conocido a su primer maestro, un iniciado en la Secreta Orden pangermánica del Oera Linda. Tal habría sido el impacto de su paso por esa comunidad que se retiró voluntariamente a las montañas de Turquía donde habría trabado amistad con un místico turco llamado Lizandro Vryzas, quien le habría enseñado los secretos de la antigua práctica de la masonería Turca.  Luego de esto Ulrich von der Vogelweide habría pasado doce largos años de penitencia oculto en las montañas del medio oriente, donde habría logrado abrir su ojo interior, y comprender la historia oculta del género humano.
Quienes nos informan sobre él nos dicen que estando en la Montaña habría tenido una revelación (también Mohamed, el profeta, tuvo una revelación en la montaña).  Una mañana, tras despuntar el Sol, una sombra vino a él en la forma de figura humana.  La sombra le habló y le enseñó su nombre.  Le dijo: "Mi nombre es Violencia Sin Nombre".  También Suso, dos siglos antes, creyó ver una sombra que le hablaba y que decía llamarse Violencia Sin Nombre.  La revelación vino a Ulrich como una suerte de liberación, tras pasar doce años en estricta observancia de ablusiones, ascetismos y penitencias.  Luego de esto, y tras autoiniciarse, fundó en Tesalonica una cofradía secreta, cuyo origen decía remontarse al mismísimo Orfeo.  La llamó Orden de Los Orígenes o Tragula Aurea.
Años después aparece en Alemania nuevamente, en Magdeburgo, donde funda junto a Hermann Hoffmann una filial de la Tragula Aurea que llamó la Aurea Catena. Hoffmann fundaría luego, sobre el modelo enseñado por su maestro, una comunidad volkisch pangermanista, a la que daría el nombre de Las Aves de Paso.  Sería en este grupo donde se oiría hablar por primera vez de Ulrich von der Vogelweide.  
Según la leyenda que se ha tejido alrededor de este mítico vidente, promediando la última década del Siglo XIX, Ulrich von der Vogelweide abandonó Alemania con destino incierto.  Según Hoffmann, a decir verdad él quien le conoció en persona, el vidente de Magdeburgo se habría marchado al desierto de Gobi, donde según diría se hallaba una de las entradas al reino de Agharti, de donde decía que procedían los verdaderos maestros que le habían iniciado.

martes, 30 de mayo de 2006

LUCIFER, EL KRISTO CATARO

Quisiera aportar al debate sobre el Kristo Cátaro con algunas ideas... En primer lugar, apoyar lo que dice Anne Giacomo sobre la idea de que hubo más de un Kristo y de que Jesús no debe ser considerado dentro de esa tradición.  Tal es así la confusión que cuando se habla de los cátaros, por ejemplo, se piensa que ellos fueron cristianos en el sentido de seguidores de Jesús.  Nosotros sabemos que eso no fue así.  El Cristo cátaro fue en realidad una entidad esotérica, que los perfectis llamaban LUCIFER... Pero ¿Quién es Lucifer? ¿Acaso es, como nos han querido hacer creer, el Señor de las Tinieblas, el Padre de la Mentira?  De acuerdo con mi opinión, lo primero que llama la atención es que la palabra Lucifer no designa ningún nombre. La palabra Lucifer no es un nombre, sino que es una expresión en latín compuesta por las palabras "fer" ("fero") que en latín significa "portar" o "llevar", y el genitivo de la palabra Lux (que en castellano significa luz), y que en latín es Lucis. Así, "Lucis fer" significa "portador de luz". En el mundo romano esta palabra servía para identificar a la estrella de venus, el lucero del amanecer, por ser la única estrella resplandeciente en el cielo cuando amanece o cuando no hay luna llena. A partir de esto surge la primera interrogante importante: ¿Cómo puede ser que Lucifer sea el Señor de las Tinieblas, si su nombre significa justamente lo contrario, esto es, el portador de luz? Los mitos cristianos nos han hecho creer que es porque Lucifer, en un comienzo, antes de su expulsión del paraíso, era un ángel bello (el más bello de los ángeles, a decir verdad), llamado Luzbel, pero que luego de pecar contra el cielo (contra dios) fue arrojado del paraíso y perdió su condición de ángel en cuanto tal, aunque conservó su nombre, ahora algo degenerado en Lucifer (de lux ferro, que significa luz de hierro). Nosotros sabemos que eso no fue así. Cualquier investigación filológica podría demostrarlo. Si consultáramos a los cátaros (Haeresis provenzal de los siglos XII y XIII) concluiríamos que Lucifer es algo muy distinto de lo que se nos ha querido hacer creer. Por ejemplo, sabido es que los cátaros eran dualistas, que creían que el universo estaba regido por dos principios, el principio del bien, y el principio del mal, y que mientras Kristos, el dios del nuevo testamento, era el dios que representaba el principio del bien, el dios del antiguo testamento, Yahvé, era el dios del mal, el demiurgo, el señor de las tinieblas. Hasta muy avanzado el siglo veinte se creyó que cuando los cátaros hablaban del Kristos, del dios del nuevo testamento, se estaban refiriendo a la persona de Jesús, el carpintero de galilea crucificado en Jerusalén alrededor del año 37 de la era cristiana. De hecho, si uno busca en Internet, o si se compra un libro sobre los cátaros, es esa la información que se nos va a dar. Pero no fue sino hasta que se hizo más pública las investigaciones que Otto Rähn realizara en las cuevas del Sabarthés, los pasadizos secretos que comunicaban el castillo Montsegur con las montañas que rodean Carcassonne, que se supo toda la verdad acerca de los cátaros. En realidad lo que se supo fue lo siguiente: que cuando los cátaros utilizaban la palabra Kristos no se estaban refiriendo a la persona de Jesús, sino a algo muy diferente. Como bien lo hace notar Anne, Kristos es una palabra griega que se usa indistintamente para significar lo mismo que Phosphoros (por lo menos en la tradición griego-orfica que es la más antigua).  La palabra en latín que traduce a la palabra griega Phosphoros es Lucifer.  De donde nosotros sabemos que Lucifer, el que porta la luz, es un sinónimo en latín de la palabra griega Kristos. Lo que Otto Rähn descubrió, en las cuevas del Sabarthés, es que Lucifer era el Kristo de los cátaros. Lo cual, viene a imprimirle un nuevo matiz a esta cuestión. Para los cátaros, Lucifer no era una persona, ni un ser, ni una entidad... Lucifer, el Kristo cátaro, era algo mucho más profundo que eso, algo que me gustaría comunicar de a poco...