miércoles, 7 de octubre de 2009

Hyranio Garbho y Yo

Hyranio Garbho se nos unió en la Aurea Catena en algún momento de 1989, cuando la comunidad bosquiana que liderábamos en Santiago con Agrippa y Eun della Stella decidía afirmarse frente al imponente crecimiento y consolidación que alcanzaba el grupo Kosmos que lideraba mi maestro Rolando Araneda.  De hecho, Garbho, lo mismo que yo, venía de este último grupo; y había sido precisamente allí donde le conocí.

No recuerdo muy bien cuando le conocí.  Seguramente fue durante el invierno de 1989. Garbho leía un ejemplar en alemán de "Así habló Zarathustra" y fue ése hecho el que me llamó poderosamente la atención.  Pues entonces no teníamos ni veinte años y el Zarathustra costaba entenderlo incluso en español.   Pronto descubriría que Garbho tenía una facilidad para los idiomas, las palabras y el lenguaje.  Famosa es, entre nosotros, la anécdota de cuando Garbho corrigió a don Miguel Serrano por la etimología que éste atribuía a la palabra "amor".   Según Garbho, era incorrecto decir, como lo afirmaba don Miguel, que la palabra "amor" derivaba de la unión de "a" (sin) y "mor" (muerte), de donde este término significaría "sin muerte".  Cuando Garbho se lo dijo por primera vez a don Miguel, en una de las ocasiones en que nos reunimos para estudiar la Cábala Órfica, don Miguel se quedó por unos segundo pensativos y con humildad le pidió a Garbho que se explicara.  Éste le dijo que la preposición "a" era un término griego, y que la palabra "mors" era un sustantivo latino.  Y no sucede, en el mundo antiguo, que palabras que procedan de diferentes universos lingüísticos lleguen a constituir una nueva palabra, menos todavía considerando que cuando la palabra latina "amor" existía ya, paralelamente y al mismo tiempo, que las palabras que supuestamente la habían formado, las palabras "a" (griega) y "mors" (latina).  Desde un punto de vista de la estructura de una lengua, de su formación y derivación, era imposible -planteaba Garbho- que dicha etimología tuviera incluso lugar. 

En los años noventa me tocó compartir innumerables veces con Garbho.  Nuestro proceso de formación esotérica marchó de la mano.  Sólo que él decidió hacer este aprendizaje dentro de las comunidades del camino del bosque, a diferencia de mi, que privilegié el estudio independiente, en gran parte basado en la antipatía que me provocaba otro miembro de estos grupos cuyo nombre no viene al caso citar aquí.  Nada de ello impidió, no obstante, que siguiéramos siendo amigos y camaradas.  Y cuando en 1997 Garbho se unió a la ARAN fue a mi al primero de sus camaradas que invitó a la campiña Marne de Montpellier a trabajar directamente con estos privilegiados magos que son Italo Sevrès, Irving Lafitte y Laura Dubois.  Yo acababa de hacer mi último año de Medicina, y tenía todo el tiempo del mundo.  Me fui para allá y me uní a ese maravilloso grupo donde aprendí como nunca antes en mi vida.

Fue entonces que Garbho comenzó a usar el nombre de Garbho de Ljvdwerd. En Montpellier debatíamos mucho y aprendíamos más.  Escribíamos todos los días en nuestra Holzwege y nos reuníamos por la noche a leernos mutuamente y a comentar las conclusiones a que nos llevaban los registros de nuestros respectivos diarios.  El día era intenso en Montpellier aunque siempre había tiempo para la reflexión.  Ibamos a menudo a Carcassonne y de vez en cuando escalamos también las cumbres del Sabarthés.  Siempre se nos unía algún miembro de la ARAN que por razones del trabajo de la comunidad pernoctaba una o dos noches en la Campiña.   Un día normal comenzaba con los ritos a las seis de la mañana.  Luego venía un desayuno contundente al que le seguía siempre la primera charla del día.  Quien hablaba era siempre el maestro tutor, cuyo nombre, por razones del secretismo, no puedo publicar aquí.  Después de la charla venía el momento de la meditación y nos dispersábamos por la Campiña buscando la soledad, el silencio, y el mejor paraje posible para reflexionar sobre lo que el maestro nos había enseñado.  ¡Qué bella época fue ésa!

En 1998, sólo unos pocos meses después de haber sido iniciado en la Aurea Catena, Garbho volvió a Chile y se unió a la Neeg.  Yo me quedé un tiempo más todavía en la Campiña aprendiendo y trabajando la cábala de orfeo.  Mas cuando volví a Chile me reuní con Garbho en la universidad (en esos días Garbho hacía clases en el Campus Oriente de la Universidad Católica) y planificamos en conjunto nuestra separación de la Neeg.  Sin muchas pretensiones solicitamos al maestro, Baldur Agrippa, formar una comunidad bosquiana independiente, con énfasis en el estudio y la práctica de la Cábala Órfica, a lo que éste accedió.  Y entonces, hasta más o menos el año 2001, volvimos a trabajar juntos.  Aprendíamos de Baldur lo que enseñábamos a las nuevas generaciones y nos complacíamos en la verdadera camaradería.  Cada vez que Garbho viene al sur a reunirse con la gente de la Neeg al Gothien se deja caer por mi casa y volvemos a revivir esa época maravillosa de aprendizaje, crecimiento y desarrollo espiritual.

domingo, 1 de marzo de 2009

Miguel Serrano y Yo


DON MIGUEL SERRANO Y YO

Conocí a d. Miguel Serrano en 1991 y le frecuenté hasta 1994, año en que mi ruptura con el señor Sebastián Pino Muñoz me obligó a separarme de ese selecto grupo que se reunía todos los martes, sagradamente, a estudiar la Cábala Órfica con d. Miguel, en casa de la muy distinguida Sra. María del Solar. Puedo dar fe por ello que don Miguel se impuso de la Tradición Nemorensis por causa nuestra y no a la inversa. Fuimos nosotros, ese grupo de chiquillos veinteañeros (entonces) que a instancias del propio Pino y Agrippa nos embebíamos de la Kala nemorensis quienes primero le informamos a don Miguel de esta ocultísima orden. No es cierto que él ya le conociera de su vínculo epistolar que mantuviera con Savitri Devi. Si visitó Externstein fue por otros motivos; y en la absoluta ignorancia que unía ese místico centro energético con von der Vogelweide, el vidente de Magdeburgo. Si conocía las Wildes Heer no sabía que éstas habían sido la plataforma bélica de la Tragula Aurea. Y fui yo el primero quien, quizá, imprudentemente, le habló de todas estas cosas. Y digo imprudentemente porque no estaba expresamente autorizado a decir nada. Pero don Miguel era entonces ya un clásico del hitlerismo esotérico; y el ímpetu de la juventud no me permitió ver la imprudencia entonces.

Si mi memoria no me falla fue durante el verano de 1994 o una fecha cercana a Marzo, o Abril quizá (había un sol preponderante todavía en Santiago), cuando en uno de nuestros encuentros le pregunté a d. Miguel sobre estos asuntos como si le estuviera hablando de la cuestión mejor sabida del mundo. Le dije entonces: "¿Por qué Vogelweide privilegia hablar de Geometría del Azar para estos asuntos que tratamos nosotros bajo el rótulo de Cábala Órfica?" "¿Vogelweide?" me preguntó y se quedó pensativo por un par de segundos. Se produjo un silencio entre nosotros que sólo se interrumpió cuando d. Miguel recobró el habla y dijo: "El término Cábala es del siglo XII... supongo que Vogelweide, ajeno como era a los asuntos judíos, no tuvo entonces ocasión de conocer el término". Me silencié entonces interiormente por unos segundos como no atinando a comprender lo que d. Miguel me respondía. Y fue entonces que caí en la cuenta. "Me refiero al vidente de Magdeburgo, al Vogelweide del siglo XIX, no al del siglo XIII, al Emérito de la Tragula Aurea". Don Miguel me miró entonces y frunció el ceño. Quedaba patente para mí que ésa era la primera vez que oía hablar de estos asuntos; y que, de algún modo, éramos nosotros, ese grupo de contertulios juveniles con quienes se reunía a estudiar la Cábala Órfica, los primeros quienes le introducíamos y le conectábamos con la verdadera gran tradición. No quiero decir con esto que ya antes no hubiera tenido noticias de ciertos aspectos de Tradición Única; de hecho, si uno estudia todas sus publicaciones desde el Cordón Dorado en adelante, hallará en ellas evidencias suficientes de que era muy conocedor del esoterismo que subyace la Gran Tradición. Pero que hasta entonces no conoció el fundamento secreto que las volvía operativa, para mí es un hecho. Al peregrino de la Gran Ansia le había sido permitido conocer el fondo de estas cosas sin revelársele el nombre de sus verdaderos guías. Y fue a tal punto consciente de este asunto que él mismo llegó a decir, para consuelo propio, que ni Himmler conocía el nombre ni la identidad de los verdaderos guías desconocidos. Ahora nosotros, jóvenes peregrinos, le poníamos sobre aviso; y fue a partir de entonces que don Miguel se impuso de estas cosas.

Cuando luego vino la segunda camada de camaradas que estudiara con él la Cábala Órfica, en casa de doña María del Solar, liderados por el Poeta Martín Ríos, d. Miguel ya había modificado en gran parte su lenguaje, y había incorporado a sus ideas, las ideas de la Gran Tradición, los nombres, los lugares y las circunstancias por nosotros informadas. Eso fue lo que motivo a camaradas como Martín Ríos, Jacqueline Ugalde y Paloma Saint Martin, entre otros, a generar el mito de la iniciación de Serrano en la Única Tradición. Es por este motivo también que el nuevo grupo de estudiantes de la Cábala Órfica, con d. Miguel incluido, incluyó al círculo cabalístico entre las intelligentsias bosquianas a comienzos de 1996, bajo el nombre de Círculo de Sileno. Y aunque es cierto que este matrimonio entre el círculo de Sileno y la Tradición nemorensis fue extraordinariamente efímero, la intensidad del trabajo fue notable. De ese grupo surgieron luego camaradas como Carlos Pontigo, Hyranio Garbho, Ariel Muñoz y Braulio Echeverría, quienes fueron ganados para la Tradición Única en buena medida gracias al influjo de d. Miguel. De tal manera que es poco relevante que don Miguel se haya luego "separado" (aparentemente) de la tradición, para concentrarse en sus estudios del yoga tántrico. Pues las enseñanzas de la tradición única, o más bien, la conciencia de su existencia en este hemisferio de la realidad, motivo libros curiosos que d. Miguel publicara más adelante, como, por ejemplo, el libro de "Maya, La Realidad es una Ilusión", que sólo fue posible tras el conocimiento que don Miguel obtuvo de sus investigaciones tardías de la Gran Tradición